Esta figura artesanal representa a un caballero templario arrodillado en actitud de oración o reverencia. Está equipada con una armadura completa de color plateado, que cubre todo su cuerpo, incluyendo un casco cerrado que oculta su rostro. El caballero sostiene una espada dorada clavada en el suelo con ambas manos, mientras que su escudo, adornado con una cruz dorada en un fondo gris, descansa frente a él. El manto blanco, característico de los templarios, lleva una cruz roja en el pecho. El caballero está arrodillado sobre una base marrón que simula un terreno rocoso, lo que añade realismo a la escena y transmite una sensación de devoción y fortaleza espiritual. La atención al detalle, desde la textura de la armadura hasta los colores vibrantes del escudo y la espada, hace que esta figura sea una representación impactante y simbólica de los caballeros templarios.